Tras una noche cuya profunda paz y tremebundo silencio (no en vano es noche de Halloween) sólo es roto en las primeras y últimas horas por los gritos rayanos en lo histérico de la chusma infantil y en la que al parecer la lluvia ha refrescado el ambiente y adornado flores plantas, como se verá, y tras un desayuno comunitario donde degustamos el bizcocho y el pastel de arroz que junto a chorizos, quesos y zumos variados han dejado los dueños como bienvenida, un breve paseo por los alrededores de la casa.
Esa blanquita de ahí. Enterita.
Y el paseo me sirve para hacerme una ligera idea del pueblo que goza de magníficas casonas.
Y tras el desayuno nos disponemos a hacer la ruta (una parte de) verde o natural o lo que sea, de Plazaola, parte de la cual sigue el antiguo recorrido del tren que iba desde Latasa, pasando por Lecumberri, hasta Andoain.
El camino discurre entre zonas boscosas y otras más despejadas que permiten una visión más panorámica.
Llegados a iniciamos el regreso. Naturalmente por el mismo camino, pero en sentido inverso, o sea al revés, lo que nos da una nueva visión de los mismos lugares.
Tras la comida en casa, un rato de reposo y película lacrimógena en la TV, (intermitentemente, como corresponde a una hora más adecuada para la siesta que para ver pelis). Y si sería lacrimógena que hasta los cielos se deshacen en lágrimas, con una tromba de agua que, afortunadamente dura poco tiempo.
Y entre pitos y flautas, llega la noche, momento que aprovechamos para dar un paseo por el animadísimo pueblo.
Y tras comprobar que todo el pueblo se concentra a esas horas en el bar de la antigua estación, regresamos a nuestros aposentos para echar una partidita, cenar y dormir para ver si mañana nos respeta el tiempo, al menos tanto como hoy.
Unas fotos preciosas. Que color!!!
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Gracias por tu comentario, exageradillo como siempre. Pero para olores los que había en la realidad.
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