2019-11-26 DE MADRID A CASA

Último medio día en Madrid que vamos a aprovechar para ir a una exposición de fotografía de Ramón Masats que se encuentra en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y a la que se da gran importancia en su página web, para lo que cogemos el metro pensando en no andar demasiado. No contamos con lo que se anda por debajo tierra. Amén de subir y bajar escaleras como si no hubiera un mañana.

¿Conoces el timo de la estampita? Pues la Real Academia ha elevado el popular timo al nivel de arte.

No es una exposición. Se trata simplemente de que en una sala, más bien salita, del museo de la susodicha y Real, y ahora timadora, Academia han colgado 12 fotos 12, contadas varias veces para no errar, únicas en propiedad de la fulera institución. Y para acceder a ellas tienes que sacar la entrada al museo que cuesta sus buenos 8 eurillos, o sea que te sale a 0,6666 € cada foto. A precio de Fotoprix, pero no te las puedes llevar. Y claro, nadie te avisa del estropicio hasta que vistas las vistas, buscas el resto, rebuscas, y finalmente preguntas y se descubre el pastel.

Menos mal que si estás en el ocaso te sale por la mitad. De la vida, digo. El ocaso, no la mitad.

Para resarcirnos del fiasco, vamos, no sin temor, al Círculo de Bellas Artes donde esperamos una exposición como Dios manda de Carlos Saura fotógrafo. Dada la hora de apertura de estos muchachos, se ve que el arte es noctámbulo y poco madrugador, y el escaso no, escasísimo tiempo dedicado a la obra del Masats, a pesar de estudiar cada una de las obras expuestas hasta sus más recónditos detalles, tenemos que tomarnos un café para ir haciendo tiempo hasta que abren.

Y aquí, por el módico precio de 5 € (estos cabritos no descuentan nada por viejo) podemos ver una exposición de Vicente Ameztoy con sus alegóricas pinturas, otra sobre María Zambrano que es a base de vídeos y que precisaría mucho tiempo y la objetivo de la visita, la de Saura donde nos encontramos con los de RTVE preparando algún documental sobre el personaje.

Además de poder visitar la terraza desde donde podemos disfrutar de una musiquilla ratonera y las consabidas vistas de Madrid, hoy entre la niebla y algún que otro andamio.

Paseo bajo un suave sirimiri para hacer una frugal (como de costumbre) comida en la Taberna Laredo.

Y como todo, esto también se va acabando, así que taxi al hotel, recoger maleta y al Alsa correspondiente, para llegar sin novedad a la villa y luego a casa.

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